Mis manos son serpientes
en la delicia de tus pechos llenos.
Aleja
la culpa del deseo
y enreda la ropa en los tobillos.
Acuarelas, codos y horizonte.
Llenarte por la espalda en volar,
tomarte por asalto
y tenderme libre a la deriva.
Eres hambre caníbal,
mi lengua caliente en tu sexo.
Bueno... ¡Cómo hemos vuelto!
ResponderEliminarMe ha encantado este poema, de verdad- Imtensísimo.
Un abrazo.
;)
Intensísimo, quería decir.
ResponderEliminarLas teclitas, los deditos...
;)
Vívelo.
ResponderEliminarVívanlo!!
Las aves de mal agüero echarán negros tintes
mientras yo bendigo cada uno de tu/vuestros versos, Jato.
Y le deseo lo mejor a cada una de tus letras.
Besos, y sin acritud alguna.
;)
En la intensidad de esa línea de juego, el fuego pone sobre la piel las emociones que nos mueven.
ResponderEliminarLa pasión es uniVerso rozando el cielo, al vuelo en beso, del placer primitivo.
Un abraz☆ de luz