Tiemblan
frívolos los días
deshojándose
en su curso,
ambarinas urbes…
voces pálidas
que heredan
el umbral de
un simple soplo.
Quiero reír
tras mi ropa,
tentarme y
saber…
saber frenar
la luz cuando se dobla
y posarla a mis pies.
Cela
ardiente la comedia
que me atrapa
en su bagaje,
y torpe en
ti…
resuello revoluciones.
Charcos…
quedan
charcos de memoria
y un rumor
futuro,
promesas de
piedra que se olvidan
al lavarse con
la lluvia.
A menudo…
descubro astros
bajo tierra,
miradas en
el metro
sacudiendo mis
mañanas,
pupilas que
implosionan limpias
absorbiéndome,
acogiéndome
en su ruido.
Arrugas, soltura
y destierro
de un funámbulo
presente
que se seca perplejo…
así como un
absorto espectador,
un eterno
ocupante.