Tarde tórrida de pueblo,
persianas echadas…
un perro ladra en la plaza,
juro y maldigo…
saliva en la almohada.
El tiempo sonríe ignorado y…
ahí fuera, el sol hostiga pleno,
tañen campanas,
las cinco…
otro revuelco en la cama.
Habitación oscura
sobre sabanas claras,
silencio denso…
todos descansan,
resbala el aire por las rendijas…
aire atrevido y fresco.
La media tarde se anuda lenta,
destila su pausa y pereza…
hastío caliente en las calles,
yo… me abandono,
me derrito velado
en el dulce placer de la siesta.