Sigo
espantando palomas
para desplegar
mis brazos al tiempo
e imperfecto
migrar con ellas,
tan ágil…
como este viento
de julio en mis dedos.
Creo en la
calma de altura,
huequecitos de
un orden sin ciudad
con la
chispa botánica de tu jardín,
lo busco
y a ratos… aves,
intersección
y metáforas
que dominan
el aire entre estatuas de sal
allí donde
la voz asoma en la hierba.
Si abres tu
jaula … no huiré,
te prefiero
al cielo y las blancas nubes…
lejos
ya no podría
ser vacío en ti,
solo insomnio
crápula
y apresurado…
posada,
asfalto y fina lluvia.
Dame el
campo,
tus secretos…
cuentas
blancas para saldar los giros,
los largos
jadeos bajo el tilo del día
y un crujir
de tierra seca.
Con la
tarde…
caen las
sombras y sorbo a sorbo
se empujan para
callar,
así,
sembradas como
lamparitas de papel
retemblando a
capricho,
diluidas
en el prisma
de nuestra historia.