Qué bueno puede ser sacarle punta a un lápiz.
Ris, ras… Ris ras… la cuchilla cercena una fina lamina de madera.
Esta viruta remolonea por la ranura y se riza en frágiles tirabuzones.
Si vas con mucho cuidado te sorprenderá lo largas que pueden ser.
Lo normal es que te den ganas de girar y girar todo el tiempo,
Vuelta tras vuelta, luego otra mas, así hasta que el lápiz desaparezca.
Esta sensación en espiral puede hacerte perder la perspectiva real.
Hay personas que se hechizan olvidando que las vueltas las da el lápiz
y pretenden que sea el mundo quien gire alrededor de el.
Es una buena metáfora, el mundo girando para conservar la mina que escribe la Historia. La madera lascada por un calor que da vida y consume, al mismo tiempo. Una órbita que hechiza el conocimiento humano, negándonos la evidencia de sabernos satélites de sus poderes. Virutas desgajadas para continuar la vida, el pabilo cierto que continua la Historia. Una Historia aún no escrita.
ResponderEliminarYo odiaba que la mina se rompiera cuando sacaba punta al lapicero. Entonces, celoso, los mantenía alejados de cualquier movimiento violento que hiciera quebrar el grafito en su interior. Más tarde, giraba la madera sobre la cuchilla y me deleitaba observando surgir la lámina limpiamente, supurando entre el acero, larga, neta, hasta que el carboncillo adquiría la perfección absoluta.
Un abrazo.
Chuff!!
Entonces cuando estaba tan perfectamente afilado... que pena que daba ponerse a dibujar... jejeje
ResponderEliminarmuy bonito texto
ResponderEliminarsaludos!
Puta
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