Se halla oculto un delicioso lugar en el trayecto de mi propia comprensión. Un espacio aislado de pensamientos y emociones… aséptico, libre de tensión propia y externa.
Llevo largo tiempo recorriendo el enredado laberinto de mi mente; abriendo puertas, frotando memorias, diseccionado sueños… siempre detrás de una pista que me ayude a encontrarlo.
Dicen que una vez allí, percibes la placidez pura, su luz… luz que te devora y suspende en el claror de un vació etéreo.
Aislado, lejos de todo… despojado de prejuicios y sensaciones, comienzas a apreciar la soledad en ti mismo, el reencuentro contigo.
La conciencia queda completamente vacía, diáfana, clara… es entonces cuando se presenta la oportunidad de conversar con un yo limpio y puro, de comprender… Escúchate, estarás dispuesto a comunicar sin rodeos todo lo que tú te haces sentir.
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