Levantó la mano convencida y solo entonces comprendí que ya no volvería a verla jamás.
Dos años, setecientos treinta días que aguardaban nerviosos sobre los raíles del tren… ella sonreía triste tras el cristal.
¿Era realmente tan arriesgada mi decisión…?.
Fue necesario perderla así, de golpe, para apreciar en su justa medida cuanto la necesitaba.
A partir de aquel viaje nunca volvió a ser lo mismo, yo a la sazón no había sospechado absolutamente nada de lo que ocurriría mas tarde.
Si algo creo tener claro es que las indecisiones no son buenas compañeras.......te frenan, te limitan, te comen por dentro poco a poco. Al menos si te decides por algo, la incertidumbre acaba pronto......¿el resultado? Quién sabe.
ResponderEliminarSaludos, compañero. Un fuerte abrazo. Dani
Por qué nos empeñamos en tomar decisiones? y lo que es peor... por qué las tomamos sin convicción...
ResponderEliminarPretendiendo engañar nuestro corazón no hacemos mas que castigarle...
y en consecuencia dilatar nuestro castigo indefinidamente.
Beso.
Si ya lo dicen, "no sabemos lo que tenemos hasta que se pierde". La vida es una toma de decisiones continuas; unas veces acertamos y otras no, pero siempre podemos intervenir en el presente para elegir a nuestro antojo el futuro.
ResponderEliminarMuchas sonrisas :)
"Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde" es una frase conocida que encaja perfectamente en tu poema, pero a pesar del dolor irreparable que se siente, de ello aprendemos mucho en la vida.
ResponderEliminarUn cálido abrazo!
Diana