Me subo al tejado y arranco la luna,
encerrada en mis manos se queda dormida.
La tengo en mi casa… la tengo escondida,
acuesto el satélite tendido en mi cama.
La obsequio… la amo…como a ninguna,
le gusta esconderse… ser inadvertida,
tomamos licor de estrella prohibida,
pasamos la noche de forma oportuna.
Estaba escrito… marcado en la runa,
un amor lunático… esperanza cumplida.
Me aferro a su luz de forma suicida,
de ella no hay cura, no existe vacuna.
El cielo ya busca a su blanca aceituna,
estiramos los besos en la despedida.
No quiere marcharse…no está convencida,
no quiere estar sola allá en su tribuna.
La luna, madre mía. El otro día escuché una conversación en una tienda de colchones. El hombre le decía a la mujer: Si no cabe la Luna me da igual que esté rebajado. Ella le miró furiosa y le contestó: O ella o yo, tú decides.
ResponderEliminarMás tarde lo vi en el bar solo tomando una copa (en realidad estaba en una terraza con estufa y bajo la lluvia) y miraba a la Luna. Parecía pedirle perdón porque de nuevo la había traicionado. Las rebajas son las rebajas y la pela la pela y la mujer la mujer y, de todas formas, ella siempre estaría allí, en su cama y en su tribuna.
Un gran poema.
Un abrazo
Chuff!!
Hola Victor, Me encanta como escribes, es una faceta tuya que no conocía, la entrada de "mis alas" me parece muy hermosa, da sensación de una amor profundo y sereno. Es bonito amar así, y es una pena perder ese amor con el transcurso de los años. Supongo que hay que mantener esa llama viva.
ResponderEliminarUn beso muy grande de tu prima Ana y mío.
Maribel.
Gracias, me alegra que te guste.
ResponderEliminarBesosssss :)