Desde el lado opuesto
tras la luz de mi ventana,
siento la tentación de observar…
de beberme entero el maravilloso espectáculo.
Vuelan almas enamoradas
revolotean los cielos de las ciudades,
juguetean radiantes en los tejados
tal que semillas surcan serenos mares…
Es un placer imaginarlas, descubrirlas
brillando superpuestas entre astros sempiternos,
enmarañándose con estrellas.
Luminarias fugaces que no se aguantan
atrapadas entre los cuerpos,
ni en ardores del deseo…
liberándose agiles de facto al universo.
Una explosión de partículas doradas,
titilantes… suspendidas en los cielos
de ciudades tan lejanas
como el dulce parto de tus sueños.
Desde el otro lado… tras la luz
la vida queda perdida
disipada en los inaccesibles pliegues del cómos.
Sin palabras. ¡Qué bonito es asomarse a la ventana y verlo todo así, de esa manera, como tú lo ves!
ResponderEliminarSaludos, Bobby Coke.
Qué hermosas imágenes despìertan estos versos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todas las ventanas abren un espacio al mundo exterior... pocas cosas hay tan tristes como una habitacion sin ventana.
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