Recuerdo el andén olvidado
donde el viejo tren echo raíces,
rancios hierros oxidados
marchita huella en cicatrices.
Tantas veces allí jugamos
a viajar enamorados
sin dinero… sin maletas
hacia aquel destino imaginado.
Mar en latas de cerveza
secretos, cuentos y canciones…
butacas cómplices se abaten
en complejas emociones.
Vimos el último beso
recorrimos los vagones,
un parón en cada espacio
y distintas estaciones.
A un pasito en mi memoria
cien raíles paralelos,
mil tardes anaranjadas
transportaron nuestros cuerpos...
Definitivamente si. Me han encantado tus letras.
ResponderEliminarUn Abrazo